La música es, sin duda alguna, uno de los sectores en el que más se desarrollan proyectos de mecenazgo colectivo. Y es que el croudfunding es una práctica en alza en la financiación de proyectos culturales.
Hace a penas 3 años que empezaron a surgir los primeros proyectos croudfunding, pero hoy ya contamos con numerosos casos de éxito que lo sitúan como una alternativa real a la financiación convencional.
No sólo artistas como Lloyd Cole, Throwing Muses o Standstill sino también festivales de música como el “RiverSong” de Minnesota, con propuestas folk, blues y jazz; o el “Gonohe” en Japón, en el que se combinan actuaciones musicales que van desde la samba hasta los ritmos tradicionales japoneses. Ambos festivales, financiados gracias a las microaportaciones de sus seguidores, ponen de manifiesto el valor de esta nueva forma de mecenazgo.
(imagen:tipografiadigital.net/)
A pesar de estos éxitos, la microfinanciación también cuenta con escépticos, no solo en la industria discográfica convencional. Los hay que se preguntan si este sistema funcionaria para propuestas musicales más consolidadas o para artistas con mayores recursos.
Hasta el día de hoy, la mayoría de los casos de éxito son: bien proyectos de artistas emergentes o bien propuestas alternativas; en casi todos los casos, sin industria discografía detrás.
¿Estaría la gente dispuesta a financiar el proyecto musical de un artista consolidado y con recursos propios? ¿Es necesario invertir en un festival musical con trayectoria y que no necesita de impulso para seguir en el panorama musical?
Aún es difícil responder a estas preguntas y el futuro de la industria musical y de la viabilidad económica de proyectos musicales es aún incierto. Lo que sí es cierto, es que gracias al croudfunding hoy la música tiene un nuevos caminos por recorrer.